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Porque votar por mi en el PRM

El país sudamericano elegirá en primera vuelta a dos candidatos para la Presidencia entre un listado de 18. Según las últimas encuestas, el aspirante con mayor preferencia electoral apenas supera el 10%. Además, el nuevo Congreso se proyecta altamente fragmentado, con más de diez partidos que podrían superar la valla, pero no consolidar mayorías.

Aunque hace pocos meses buena parte de los peruanos protestó por estabilidad política, el escenario previo a las elecciones generales del 11 de abril es de intensa apatía. No hay candidatos favoritos que despunten entre los 18 partidos que se han presentado y el porcentaje de votantes indecisos es tres o hasta cinco veces mayor que el recibido por los aspirantes que concentran ligera ventaja.

Desde el lunes se restringió en Perú la difusión de encuestas en medios de comunicación, lo que genera menor certidumbre hacia la foto final del domingo. Sin embargo, los últimos sondeos arrojaron que existen seis candidatos con mayores chances: Yonhy Lescano (Acción Popular); Hernando de Soto (Avanza País); Verónika Mendoza (Juntos por el Perú); George Forsyth (Victoria Nacional); Keiko Fujimori (Fuerza Popular) y Rafael López Aliaga (Renovación Popular). Con candidaturas sin más despegue que unas cuantas décimas entre sí, cualquier cosa podría suceder.

Clima apolítico, prioridades ajenas a la elección y crisis de representatividad 

Para el analista político Gonzalo Banda Lazarte, el momento de pandemia y los escándalos alrededor de su gestión son factores que abonan a este desinterés colectivo. Según remarca, si los peruanos ya estaban lo suficientemente indignados con los hechos de noviembre de 2020 –con la polémica vacancia presidencial de Martín Vizcarra y el fallido gobierno de Manuel Merino–, casos como el ‘Vacunagate’ han aumentando la aversión por los políticos.

“En el desarrollo de esta campaña, a los peruanos nos ha perforado el Covid-19, que no solo se ha ensañado con la economía y la salud física y emocional de la gente, sino que también nos ha demostrado toda la fragilidad política de los héroes que habíamos construido. Hemos visto cómo funcionarios públicos han abusado de sus cargos para vacunarse en secreto, cómo políticos han protegido esos privilegios y cómo incluso el ahora expresidente Martín Vizcarra -vacado por el Congreso pero con su popularidad a tope- terminó también comprometido por presunta corrupción. A mí me resulta bastante lógico que esta suma de elementos nos lleve a un clima antipolítico”, dijo Banda a France 24. 

La politóloga de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), Kathy Zegarra Díaz, coincide en esta lectura y agrega algunos elementos, como la desigualdad que divide a la población en sectores más y menos afectados.

Buena parte de la ciudadanía está pensando más en sobrevivir que en votar

“Es claro que, con todas las experiencias acumuladas, los peruanos han llegado a percibir a los políticos como un sinónimo inmediato de corrupción, ineficiencia o potencial traición. Pero también es cierto que la pandemia no ha golpeado a todos por igual y que una buena parte de la ciudadanía -especialmente, los más pobres o los que se han empobrecido con la crisis- está pensando más en sobrevivir que en votar. Informarse sobre política se vuelve, inclusive, en un privilegio desde ese punto de vista”, señaló.  

Consultado sobre este fenómeno, el experto en temas electorales Jorge Jáuregui Mendieta, añade la falta de representatividad desde el Congreso, que es consecuencia -según resalta- de un defectuoso sistema electoral. 

“Lamentablemente todas las reformas que se aplicaron a la normativa electoral para generar un mejor sistema no han abordado realmente este problema de fondo. En ese vacío, compiten partidos de débil institucionalidad y listas de candidatos congresales sin niveles mínimos de cohesión. En Perú, los partidos no ganan las elecciones al Congreso, sino unos cuantos candidatos abrumadoramente populares que arrastran a una parte de sus listas. Al final, de los 130 congresistas que componen el Parlamento, solo unos cuantos ingresan con verdadera legitimidad. La conclusión, entonces, es que -quinquenio tras quinquenio- los peruanos no se identifican con sus políticos”, indicó Jáuregui a este medio. 

En un orden que ubica con ínfima ventaja al excongresista Yonhy Lescano, compiten también el economista Hernando de Soto, la lideresa de izquierda Verónika Mendoza, el exalcalde George Forsyth, la tres veces candidata Keiko Fujimori y el empresario Rafael López Aliaga.
En un orden que ubica con ínfima ventaja al excongresista Yonhy Lescano, compiten también el economista Hernando de Soto, la lideresa de izquierda Verónika Mendoza, el exalcalde George Forsyth, la tres veces candidata Keiko Fujimori y el empresario Rafael López Aliaga. © Cortesía Agencia Andina

La proyección más preocupante es la del Congreso

De acuerdo con el artículo 111 de la Constitución Política de Perú, para que un candidato presidencial gane en primera vuelta, debe superar el 50% de los votos válidos; un escenario que claramente no ocurrirá este domingo. La segunda vuelta ya está programada para el 6 de junio. 

En el caso de congresistas, la elección se define el mismo 11 de abril y, como lo exige la Ley de Organizaciones Políticas, cada partido deberá pasar el mínimo del 5% de votos válidos a nivel nacional para hacerse de un lugar en el hemiciclo. De acuerdo con los últimos sondeos publicados, el próximo Parlamento peruano se proyecta más atomizado que el actual, con unos diez o hasta doce partidos que podrían ganar escaños. 

Los especialistas entrevistados por France 24 advierten que la gran fragmentación que tendría el Congreso electo es un ingrediente peligroso para nuevas crisis de gobernabilidad, como las vividas en los últimos cinco años. 

“Considerando esa tremenda atomización de fuerzas políticas, el escenario pinta muy mal. Desde la teoría política y también desde la experiencia peruana, el hecho de que exista un Congreso fragmentado aumenta las dificultades para llegar a acuerdos internos y también a consensos con el Gobierno. Y, por supuesto, eso también implica un enorme reto a la estabilidad del propio Ejecutivo. Ya hemos visto cómo esos malos inicios pueden evolucionar en, inclusive, destituciones presidenciales o presiones de poder”, explicó la politóloga Kathy Zegarra.

Gonzalo Banda añadió: “Esto es como un ‘déjà vu’. Pareciera que los Congresos peruanos entran cada vez más fraccionados elección tras elección y eso lleva, de manera muy válida, a pensar en posibles nuevas crisis. Esa película ya la vimos y termina con presidentes que tienen que ceder ante la presión del Congreso. Si un Congreso como los pasados ya eran malos, imaginemos un Congreso con diez o doce bancadas. Eso es ingobernable. Preocupa mucho. ¿Qué viabilidad tendrá el candidato presidencial electo si en el Congreso nuevo solo estará defendido por una bancada oficialista de, a lo mucho, unos 15 congresistas? ¿Con quiénes y cómo se van a aliar?”.

Luego de la disolución del Congreso, decretada en septiembre de 2019 por el ahora expresidente Martín Vizcarra (candidato al Parlamento en estos comicios con el partido Somos Perú), Perú tuvo elecciones congresales para que nuevos parlamentarios completaran el periodo hasta julio de 2021. Con esos comicios, ingresaron nueve partidos, y la bancada más grande se formó con 25 legisladores. Eventualmente, algunos congresistas renunciaron a sus grupos para legislar como independientes o formaron nuevas bancadas. En la actualidad, son once los grupos parlamentarios.

Especialistas consultados por France 24 coinciden en advertir que la gran atomización de fuerzas políticas que se proyecta para el Congreso será un obstáculo para la gobernabilidad de la nueva Presidencia.
Especialistas consultados por France 24 coinciden en advertir que la gran atomización de fuerzas políticas que se proyecta para el Congreso será un obstáculo para la gobernabilidad de la nueva Presidencia. © Cortesía Agencia Andina

Jorge Jáuregui apunta que el próximo Congreso no será ajeno al ‘transfuguismo’ de legisladores. Esto, en consideración a la debilidad de los propios partidos en carrera. Además, buena parte de los candidatos al Parlamento no tiene afiliación ni guarda militancia con su partido, sino que accedió a postular por invitación.

“Esos diez o doce partidos políticos que alcancen representación en el Congreso se pueden fraccionar a través de lo que llamamos ‘transfuguismo’ y configurar un Parlamento con ¿cuántas? ¿14 ó 15 bancadas? Con agrupaciones políticamente frágiles va a ser muy difícil ponerse de acuerdo. Un gran desafío para la persona que próximamente ejerza la presidencia del país será encaminar sus políticas con un Parlamento adverso. Puede ser que el o la eventual gobernante construya legitimidad con una fuerte popularidad, pero el reto estará en tender el puente para gobernar de manera estable. Si no, eso terminará con escenarios críticos que ya conocemos de memoria”, expresó Jáuregui.

Candidatos que apenas sobresalen

El candidato presidencial Yonhy Lescano -que se ha mantenido con buena posibilidad de alcanzar una segunda vuelta- representa al partido Acción Popular. Esta agrupación es la misma a la que pertenece Manuel Merino, quien fuera presidente de la República por cinco días tras la vacancia de Martín Vizcarra y cuyo ascenso motivó las protestas de noviembre de 2020, en las que fallecieron dos jóvenes. Los hechos no parecen haber afectado la elegibilidad del partido, pues, además de posicionarse para las presidenciales, también guarda ventaja para las congresales.

Como se señaló al inicio de este informe, Lescano compite en un juego de resistencia con otros cinco candidatos relativamente empatados en las encuestas. Las ofertas, a nivel de ideología política, son variadas: el propio Lescano es percibido a la izquierda, junto con Verónika Mendoza, del partido Juntos por el Perú. A la derecha, se ubican Hernando de Soto, de Avanza País, y Keiko Fujimori, de Fuerza Popular. En una propuesta más flexibilizada y autodefinida como ‘de centro’, está George Forsyth, de Victoria Nacional. En tanto, a la derecha más conservadora se la identifica con Rafael López Aliaga, de Renovación Popular. La mayoría de los aspirantes compite también entre sí, con votos que van migrando de uno a otro en una carrera que no parece ir hacia arriba para ninguno. 

“Yo diría que esta elección es una guerra por las migajas. Quienes con seguridad sobreviven -al menos, a nivel del Congreso- son los que tienen una organización más o menos asentada en el imaginario de la gente o una estructura partidaria sólida. Ahí están Acción Popular y Fuerza Popular resistiendo. Luego, hay situaciones que no se terminan de comprender, como candidatos a los que les ha ido terriblemente mal en los debates o entrevistas y, sin embargo, tienen posición más expectante que los que tuvieron un mejor desenvolvimiento. Es el caso de Hernando de Soto, cuyo crecimiento yo tildaría de hasta irracional”, indica el analista político Gonzalo Banda.

Para la politóloga Kathy Zegarra, el partidor es tan fraccionado que el escenario de la segunda vuelta puede ser protagonizado por cualquiera. Solo hay tendencias de crecimiento o bajada, pero no escaladas ni declives que permitan el pronóstico.

Inclusive las candidaturas que parecen más fuertes siguen expuestas a perder terreno por otras menos favorecidas en los sondeos

“Hemos visto un estancamiento en algunos, una ligera subida en otros y una relativa pérdida en otros, pero ningún resultado de preferencias es muy pronunciado. Inclusive las candidaturas que parecen más fuertes -aún con ese minúsculo porcentaje- siguen expuestas a perder terreno por otras menos favorecidas en los sondeos. Lescano y Mendoza, por ejemplo, compiten también con Pedro Castillo (del partido Perú Libre; también de izquierda y de relativa popularidad en el sur del país). El propio Lescano ha bajado progresivamente en preferencias, aunque siga en supuesta ventaja”, reflexiona Zegarra.

Estos días previos a las elecciones generales son decisivos. Los candidatos en carrera no solo deberán dar la pelea entre sí para no perder simpatizantes, sino que también tendrán el reto de convencer a electores indecisos en medio del descrédito de la política peruana.

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