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El inicio de la etapa probatoria del juicio por corrupción del ‘premier’ israelí coincide con las consultas del presidente Rivlin para designar al candidato que intente formar Gobierno

El laberinto político de Israel-señalado por cuatro elecciones en dos años sin dar una mayoría a ninguno de los dos bloques a favor y en contra del primer ministro Benjamin Netanyahu– se explica en dos acontecimientos ocurridos esta mañana de forma simultánea en un perímetro de apenas dos kilómetros en Jerusalén. Por un lado, el presidente Reuven Rivlin abría sus puertas para iniciar la ronda de consultas con los representantes de los 13 partidos elegidos en las urnas el pasado 23 de marzo que le ayuden a decidir a quién debe encargar la formación de Gobierno. Por otro, Netanyahu se sentaba en el banquillo de acusados en el inicio de la etapa probatoria del juicio que afronta por tres casos de corrupción.

La doble sesión, con el líder del Likud como gran protagonista en la sede presidencial y en el tribunal, es la raíz del tapón que bloquea Israel desde los comicios de hace dos años. La investigación policial (iniciada en 2016), el anuncio de imputación (2019) y el inicio del juicio (2020) han marcado el calendario político del jefe de Gobierno más longevo en la historia de Israel (96-99 y 2009 hasta la fecha) y el primero juzgado mientras ejerce el cargo.

La fiscal Liat Ben-Ari inició su intervención recordando que «todos son iguales ante la Justicia». «El caso ante el tribunal hoy es significativo y grave en lo que respecta a la corrupción gubernamental», añadió ante el tribunal encabezado por la jueza Rivka Friedman Feldman.

Se refería al llamado «Caso 4000» en el que se le imputa a Netanyahu los cargos de soborno, fraude y abuso de confianza. La Fiscalía le acusa de haber aprovechado hace unos años su poder como jefe de Gobierno y ministro de Comunicación para promover medidas regulatorias muy beneficiosas a la empresa de telecomunicación Bezek de Shaul Elovitch. A cambio de la supuesta ayuda económica a su amigo, Netanyahu y su esposa, Sara exigieron y recibieron un trato favorable de su web informativa Walla. Según la Fiscalía, no se trata de «dos o tres crónicas» como suele sostener el primer ministro sino de una intensa y sistemática campaña de presión para mejorar su imagen llegando incluso a la elección de fotos y titulares.

Ben-Ari le acusó de aprovechar los resortes del poder para buscar el beneficio personal. En ese momento, según testimonios en la sala, Netanyahu sonrió y lo negó con la cabeza. Enfrente del tribunal, una manifestación contra Netanyahu y otra a favor.

El líder del Likud, que rechaza las acusaciones y denuncia «una caza de brujas para acabar con el gobierno de la derecha», recuerda que todos los políticos mantienen relaciones con los periodistas. La fiscal, sin embargo, replicó que en su caso la relación era con empresarios.

Netanyahu ha estado obligado a escuchar las acusaciones de la fiscal pero no el testimonio del que fuera director general de Walla, Ilan Yeshua. En la investigación, éste presentó numerosos documentos y grabaciones para demostrar la presión de Netanyahu, a través del matrimonio Elovitch, para mejorar la cobertura e interferir en el contenido de las informaciones especialmente en las campañas electorales del 2013 y 2015.

Yeshua, que reveló hoy que tuvo que despedir a una editora porque en el pasado escribió algo negativo sobre Sara Netanyahu, indicó que «el 90% de sus peticiones fueron cumplidas. A veces teníamos cosas que eran imposibles de hacer».

«Cualquier medio recibe peticiones y llamadas de los elementos que cubre pero nunca de esta forma desde el punto de vista de cantidad y calidad. Una semana de peticiones de Netanyahu y su esposa es como todos los políticos en 10 años», declaró Yeshua. Según él, mientras otros políticos solían pedir reacciones para incluir en las informaciones, Netanyahu se convertía prácticamente en el editor de la web con el objetivo de combinar en sus textos críticas hacia él y ataques contra rivales como el conservador Naftali Bennett y su esposa.

Yeshua acusó al propietario de Walla de pedirle en una ocasión «quitar una noticia porque él (Netanyahu) tiene que firmarme algo». El matrimonio Elovitch, también en el banquillo de acusados, niega las acusaciones. Según Ben-Ari, «la relación entre Netanyahu y los acusados se convirtió en moneda de cambio, algo que podría negociarse».

«Entendí que nuestra cobertura sesgada es a cambio de beneficios regulatorios (a favor del grupo empresarial de Elovitch)», señaló Yeshua.

FORMACIÓN DEL GOBIERNO

A la preocupación judicial, Netanyahu debe lidiar con la posibilidad de que en los próximos meses deba abandonar el cargo que ocupa de forma ininterrumpida desde 2009. El Likud fue el partido más votado (30 de 120 escaños) pero su líder está lejos de la mayoría deseada desde hace dos años para que quizá le ayude de alguna forma en el juicio.

En su reunión con los representantes del partido conservador, Rivlin admitió que el criterio para decidir a quién encarga la formación de Gobierno no pasa solo por quien tiene más recomendaciones (en estos momentos, 52 escaños a favor de Netanyahu) sino quien tiene más opciones sin olvidar «planteamientos éticos». ¿Tenéis un candidato alternativo si los planteamientos eviten que vuestro candidato pueda formar Gobierno?», dijo a los representantes del Likud. Rivlin, un histórico de este partido, es visto por Netanyahu como uno de sus grandes enemigos políticos en los últimos años.

Para formar Gobierno, Netanyahu necesita convencer a un pequeño bloque ultraderechista a que acepte entrar en una coalición apoyada por los cuatro diputados del partido árabe islamista Raam. La otra opción para evitar elecciones tampoco es fácil: un Gobierno de rotación encabezado por el jefe de la oposición, el centrista Yair Lapid (17) y Bennett. Ese último, no alineado con ningún bloque, podría ser el candidato de compromiso. De esta forma y con solo 7 escaños, sería el primer ministro los dos primeros años antes de dar el relevo a Lapid. Sin Bennett, el bloque del cambio-compuesto por partidos de izquierda, centro y derecha- no tiene muchas opciones.

En una de sus consultas, Rivlin admitió con resignación: «Ahora mismo, no veo ningún modo en el que se pueda formar Gobierno».

Al finalizar las reuniones del presidente con los partidos, el bloque que apoya a Netanyahu cuenta con 52 escaños por 45 de Lapid mientras Bennett se quedó en 7 de su propia formación. Rivlin debe anunciar su decisión antes del miércoles por la noche.

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