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El fin de la Escuela Nacional de Administración (ENA), por la que han pasado presidentes, primeros ministros y altos funcionarios, forma parte de la reforma de la función pública, promesa de campaña del presidente Emmanuel Macron. La inminente decisión divide opiniones en Francia. 

La idea había sido evocada casi por azar por el presidente Macron durante una conferencia de prensa tras la crisis de los ‘Chalecos amarillos’ el 25 de abril de 2019.

El mandatario galo había advertido que «para llevar a cabo la reforma (de la alta función pública) debemos abolir, entre otras cosas, la ENA». Este jueves 8 de abril, dos años después, el tema vuelve gracias a una información desvelada por la radio ‘Europe 1’. El presidente Emmanuel Macron va a anunciar la supresión de la institución a través de una videoconferencia con altos funcionarios.

‘Europe 1’ informa que la ENA «desaparecerá para dar paso a una nueva escuela». ‘Le Monde’, agrega, citando un resumen de una reunión el pasado 9 de marzo entre miembros del Gobierno que «se creará un nuevo operador de establecimiento de formación inicial y de formación continua con una nueva gobernanza».

Por la Escuela Nacional de la Administración (ENA) han pasado cuatro presidentes, entre ellos el propio Macron; ocho primeros ministros y los responsables de las mayores empresas francesas. Desde 1945, Francia ha educado allí a sus élites y también a los más brillantes extranjeros.

La ENA, una institución de la posguerra

Su supresión es también simbólica ya que implica reformar la ordenanza del 9 de octubre de 1945 que organizaba la administración tras la guerra.

En la época existía la percepción de que después de la invasión nazi, las élites habían fallado. Por eso la ENA, creada por ordenanza del gobierno provisional encabezado por Charles de Gaulle, llegaba como una institución de tecnócratas seleccionados no por sus contactos sino por su talento que buscaba democratizar el acceso a la alta función pública del Estado.

Pero finalmente los más talentosos o preparados pertenecían también a las clases más privilegiadas y la ENA se transformó con los años en el símbolo del poder republicano, pero también de unas élites desconectadas del mundo real.

La ENA representa también la excelencia del alto funcionariado francés, envidiado e imitado en otros países como España. El escritor Mathieu Larnaudie publicó en 2019 ‘Les jeunes gens’ (Los jóvenes), una crónica sobre la clase de la ENA a la que pertenecía el presidente Macron. Según Larnaudie, «lo que se les enseña en la ENA es a ser fieles a un consenso republicano a la francesa».

Según el escritor, entrevistado por el diario ‘El País’, ese consenso se apoya en tres pilares: «La fidelidad a los tratados europeos: casi todos son europeístas. En segundo lugar, casi todos están imbuidos por la idea del liberalismo económico como horizonte insuperable, con algunos matices: hay social-liberales, socialdemócratas o liberales puros y duros. Y el tercero, la idea de Francia como símbolo: la nación francesa y su vocación universalista. Este consenso lo comparten todos los enarcas».

Reacciones encontradas

El periódico ‘Le Monde’ habla de una «respuesta tardía a la crisis de los ‘Chalecos amarillos'» y de un «mensaje a los franceses a 12 meses de las elecciones: Macron sigue reformando».

En la misma línea, un funcionario citado por el vespertino califica el anuncio de «golpe político para desviar la atención de los problemas de Francia hacia los chivos expiatorios habituales de nuestro país: los altos funcionarios. Sin embargo, no hay malos soldados, solo malos generales».

Según Bruno Retailleau, del partido de derecha Los Republicanos, la decisión obedece a «una política muy macronista del chivo expiatorio: suprimen la ENA por no haber reformado el Estado. Nunca el Estado había estado tan centralizado ni burocratizado», dijo el político. «Necesitamos de una élite. Yo fui jefe de departamento y tuve jóvenes de la ENA en mi administración. Me saco el sombrero, eran de gran calidad, simplemente era yo el que los dirigía, no ellos a mí».

En el otro extremo, Francois Bayrou, del Movimiento democrático (MODEM) y aliado del Gobierno de Emmanuel Macron, apoya la eliminación de la ENA porque a su juicio «el Estado se transformó en administración y la administración se transformó en burocracia». E incluso si la gente tiene una «voluntad de cambiar las cosas (…) este sistema los bloquea perpetuamente».

¿Cómo formar a los futuros administradores públicos?

En febrero del 2020, el abogado Frédéric Thiriez publicó un informe en el que sugería la creación de una escuela de administración pública que uniera a los alumnos de la ENA, conocidos como «enarcas», y los ingenieros de los cuerpos técnicos.

Pero tras el cambio de gobierno en el verano de 2020, y la salida del primer ministro Édouard Philippe, la misión Thiriez desapareció. Amélie de Montchalin fue nombrada ministra de la Transformación y de la Función Pública y tomó en sus manos este proyecto.

En febrero pasado, el presidente Macron anunció la creación de un quinto concurso para ingresar a la ENA que estaría reservado a los alumnos de entornos más modestos. Según ‘Le Monde’, esta opción debería ser mantenida en la nueva institución. 

Luego los alumnos seguirán un plan común inicial que les permitirá, según el periódico, adquirir nociones y valores comunes con las escuelas de grandes funcionarios como jueces, comisarios y directores de hospitales.

Otra reforma tiene que ver con la salida que tendrán los alumnos. El presidente busca terminar con los «grandes cuerpos» como son el Consejo de Estado, la Inspección General de Finanzas o la Corte de Cuentas.

Así, los alumnos de la nueva estructura saldrán como «administradores de Estado». Hoy algunos salen directamente para formar parte de esos grandes cuerpos.

Para entrar a estas grandes instituciones sólo será posible tras un tiempo pasado en el terreno. Macron busca terminar con lo que él ve como una «protección de por vida», una pensión de la que disfrutan los altos funcionarios.

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