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El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, con una máscara facial, abandona la sala del tribunal durante una audiencia mientras se reanuda su juicio por corrupción, en el Tribunal de Distrito de Jerusalén, el 5 de abril de 2021.

Dos semanas después de las elecciones nacionales, se reanuda el juicio al primer ministro Benjamin Netanyahu, acusado de corrupción. El proceso tiene lugar en Jerusalén, donde hay protestas a favor y en contra del líder. Los manifestantes se han desplazado hasta la residencia presidencial, donde el presidente Reuven Rivlin empezó las consultas para encaminar la formación de un nuevo gobierno.

Día doblemente marcado en la agenda política de Israel. El primer ministro, Benjamin Netanyahu, fue citado este 5 de abril a la Corte de Distrito de Jerusalén para asistir a la primera sesión tras la reanudación del proceso en el que se le acusa de corrupción bajo cargos de soborno, fraude y abuso de poder. 

Y al mismo tiempo, el presidente Reuven Rivlin empezó las rondas de consultas para encontrar una fórmula estable de gobierno, después de que el pasado 23 de marzo se celebraran las cuartas elecciones nacionales en dos años sin que alguna formación política lograra la mayoría. 

Acusado de corrupción, Netanyahu puede seguir en el poder

Hasta que el juez no dicte una sentencia que lo halle culpable, Benjamin Netanyahu podría continuar ostentando el cargo de primer ministro. Todo el proceso judicial, incluyendo los posibles recursos, podría alargarse por años. Ningún otro cargo ministerial cuenta con este nivel de protección. Esta sería la razón por la que Netanyahu querría mantenerse en el puesto de jefe de gobierno, según resalta Reuters. 

Netanyahu se ha declarado no culpable de los cargos de corrupción y asegura que recibir regalos de amigos no va en contra de la ley. De hecho, el mandatario afirmó ser víctima de una “caza de brujas” orquestada por la prensa y por la izquierda con el objetivo de destruirlo a él y a la derecha de Israel. 

Sin embargo, de ser declarado culpable por el juez, la sentencia podría oscilar entre tres y diez y de cárcel. Los cargos de soborno pueden ser penados con hasta una década en prisión, mientras que los de fraude y abuso de poder pueden conllevar condenas de tres años de encarcelamiento. 

La triple saga judicial de Netanyahu 

El primer ministro está acusado de corrupción, fraude y abuso de confianza en tres casos, unos cargos que niega rotundamente.

Caso 4000: La Fiscalía sostiene que el actual primer ministro de Israel acordó ciertos favores a la empresa Bezeq Telecom Israel por un valor de 1,8 millones de shekels (lo que equivale a unos 500 millones de dólares)

La hipótesis de la Fiscalía es que, en contrapartida a esos favores, Netanyahu habría recibido una cobertura mediática favorable de un periódico digital controlado por el exdirector de la compañía de telecomunicaciones, Shaul Elovitch. El empresario fue hoy el primero, de una larga lista, en ser citado a declarar en esta segunda fase del juicio contra el primer ministro. De hecho, Elovitch y su esposa también están siendo investigados por soborno y obstrucción a la Justicia, cargos que la pareja niega. 

Caso 2000: El segundo caso gira en torno a una cuestión parecida al dossier 4000. Netanyahu está acusado de haber negociado con Arnon Mozes, el propietario del periódico ‘Yedioth Ahronoth’, para garantizar una cobertura mediática favorable. A cambio, el mandatario habría  legislado a favor del medio, estipulando una nueva normativa para frenar el crecimiento de un periódico que hace competencia al ‘Yedioth Ahronoth’. 

Por esta investigación también se ha imputado al propietario del medio por supuestamente haber ofrecido el soborno. Sin embargo, el empresario niega las acusaciones.  

Caso 1000: La tercera acusación que pesa sobre el líder del Likud es la relativa al “Caso 1000”, basado en la recepción supuestamente ilícita de champán y puros . Netanyahu y su esposa son sospechosos de haber aceptado regalos por valor de casi 700.000 shekels (unos 210.000 dólares) en forma de regalos de Arnon Mulchan, un productor de Hollywood con ciudadanía israelí, y de James Packer, un multimillonario australiano. A diferencia de los casos 4000 y 2000, las otras partes implicadas en la transacción, Mulchan y Packer, no están imputadas. 

El 5 de abril marca  la confluencia entre las sagas judicial y política que mantienen en vilo al país. A pesar de la situación judicial del primer ministro, que polarizó la campaña, el partido de Netanyahu, el nacional conservador Likud, fue el más votado en las pasadas elecciones. 

Mientras tanto, el país enfrenta un momento de fuerte inestabilidad política.

Normalmente, el candidato que obtiene más recomendaciones es nominado por el presidente y este tiene 28 días para formar un gobierno. Pero Rivlin dijo la semana pasada que los cálculos de escaños no pueden ser el único factor que determine su decisión y que nombraría a alguien capaz de formar un gobierno que «cure las divisiones (…) y reconstruya la sociedad».

A parte de haber celebrado cuatro elecciones nacionales en dos años, la nueva Administración de su principal aliado, Estados Unidos, va a retomar las negociaciones en torno al Acuerdo nuclear con Irán y ha levantado las sanciones contra la Corte Penal Internacional; tribunal que tiene a Israel en el punto de mira mientras avanza una investigación por presuntos crímenes de guerra en los territorios palestinos. 

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