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Este martes tres comandantes de las Fuerzas Armadas brasileñas presentaron su dimisión por desacuerdos con el Gobierno de Jair Bolsonaro. Momentos después, el Ministerio de Defensa anunció que los altos cargos serán reemplazados. La noticia llega un día después de que el presidente decidiera sustituir a seis altos cargos ministeriales, entre ellos tres ministros, abriendo una crisis política en Brasil en mitad de una feroz ola de contagios de Covid-19.
El presidente Jair Bolsonaro se enfrenta a un nuevo golpe contra los pilares de su gabinete. El Ministerio de Defensa de Brasil anunció este martes que sustituirá a tres comandantes de las Fuerzas Armadas. No obstante, los medios locales aseguran que el anuncio llega después de que el jefe del Ejército, el de la Marina y el de las Fuerzas Aeronáuticas, presentaran su dimisión conjunta por estar en desacuerdo con el Ejecutivo de Bolsonaro.
Esta noticia se oficializó después de una reunión entre los afectados y el nuevo ministro de Defensa, Walter Braga Neto, a primera hora este 30 de marzo. En el comunicado se asegura que los comandantes fueron destituidos y no renunciaron, algo que podría ser una estrategia de Bolsonaro para no generar más sensación de crisis en el seno de su Gobierno.
Todo a raíz de que, el lunes, Bolsonaro decidió dar una sacudida a su Gobierno y cesó a seis altos cargos ministeriales. Entre estos se encontraba el ahora exministro de Defensa, Fernando Azevedo e Silva, hecho por el que se vincula que la decisión de los comandantes es un gesto de solidaridad con el antiguo titular de la cartera.
Azevedo e Silva no fue el único cargo ministerial cesado, también corrieron la misma suerte los ministros de Relaciones Exteriores y Justicia, así como los funcionarios al frente de la Secretaría de Gobierno, la jefatura de Gabinete de Presidencia, conocida como la Casa Civil, y la Procuraduría de la República.
Este es el mayor cambio del líder ultraderechista desde su entrada en el Palacio de Planalto, hace dos años, aunque no es el único hasta el momento. Sin ir más lejos, la semana pasada reemplazó al exministro de Salud, Eduardo Pazuello, un general del Ejército sin experiencia en el sector, por el cardiólogo Marcelo Queiroga, su cuarto ministro de Salud desde el inicio de la pandemia.
La ruptura entre Bolsonaro y la cúpula militar
Esta es la primera vez en la historia moderna del país sudamericano, desde que recuperó la democracia, que cambian simultáneamente las cúpulas civil y militar. Para algunos, como es el caso del diputado Rodrigo de Castro, este es un hecho “inédito” en la era de la “redemocratización” de Brasil, que muestra una profunda crisis entre el Gobierno y las Fuerzas Armadas.
Como antiguo general del Ejército, Jair Bolsonaro dio una marcada importancia a los militares en su Administración desde el primer momento, confiándoles el mayor poder que han tenido desde que terminó la dictadura militar en el país hace tres décadas. Pero la ruptura entre el dirigente de extrema derecha y algunas de las figuras del Ejército en las que depositó su confianza es evidente.
Las fricciones entre Bolsonaro y las fuerzas militares se hicieron más claras el año pasado, cuando algunos seguidores de la extrema derecha reclamaban una «intervención militar» para «cerrar» el Parlamento y la Corte Suprema. Bolsonaro alentó estos actos, pero no encontró el apoyo que esperaba en el Ejército, que no quiso posicionarse tan abiertamente a nivel político.
De hecho, en su carta de renuncia, Azevedo e Silva aseguró que durante su periodo al frente de la cartera de Defensa intentó «preservar las Fuerzas Armadas como una institución del Estado», en lo que parecía un guiño al intento de politización de Bolsonaro.
Todos esos movimientos tienen lugar cerca del 31 de marzo, un día importante para el país ya que, el mismo día en 1964, se llevó a cabo el golpe de Estado que desencadenó en una dictadura que se prolongó durante 21 años. Un periodo que Bolsonaro siempre ha enaltecido.
Una de las principales razones por las que aumentó la tensión entre el presidente y sus ministros exmilitares fue el fracaso de la gestión de la pandemia de Covid-19, algo que ha marcado sus relaciones durante las últimas semanas. En estos momentos, Brasil se está enfrentando al peor rebrote de la pandemia, con más de 3.000 muertos al día y la nueva variante del virus, mucho más contagiosa, circulando por el país. Hasta el momento, la enfermedad se ha cobrado la vida de casi 314.000 personas en Brasil, cifra que solo supera Estados Unidos.
Su gestión de la pandemia ha hecho que las encuestas no sean favorables a Bolsonaro de cara a las elecciones presidenciales de octubre de 2022. De hecho, el militar fanático y negacionista del virus se enfrenta a un aluvión de críticas, incluso de algunos de sus aliados clave en el Congreso y en el sector privado.
Además, la salida de prisión y absolución del expresidente Luiz Inácio ‘Lula’ da Silva, histórico líder de izquierdas, amenaza con adelantarlo en las elecciones después del desgaste de la coalición política de ultraderecha, razón por la que todo indica que Bolsonaro está buscando el apoyo de los conservadores más moderados.